Inteligencia emocional y aprendizaje

Podemos afirmar que las emociones influyen en nuestros procesos cognitivos como lo son la memoria, en el lenguaje, en los niveles de atención e, incluso, en la toma de decisiones. Existen seis emociones básicas presentes en diversos contextos culturales: miedo, alegría, tristeza, ira, disgusto y sorpresa.

Las emociones son la expresión o respuesta de un organismo ante estados internos causados por un evento o estímulo (externos o representaciones). Las emociones se caracterizan por generar un comportamiento dirigido hacia un objetivo, conllevar un cambio en la cognición o percepción del mundo, ser evidenciables mediante gestos interpretados socialmente, ser inconscientes y automáticas inicialmente. 

Los sentimientos son experiencias introspectivas de un organismo que surgen a partir de la consciencia del estado emocional. Una característica del sentimiento es tener una valencia positiva o negativa (agradable o desagradable), producto del juicio consciente de la emoción 

Por lo tanto, se puede afirmar, entonces, que existen emociones sin sentimientos, pero no sentimientos sin emociones. Además, de esta forma, ambas serían medibles y cuantificables.

La inteligencia emocional viene a aportar positivamente al desarrollo del aprendizaje. Se conoce como inteligencia emocional a la capacidad de percibir con exactitud, valorar y expresar emociones. También es la capacidad de encontrar y/o generar sentimientos cuando éstos faciliten el pensamiento; y poder comprender y regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual.

Esta permite que las personas mejoren sus conductas y actitudes en el entorno de aprendizaje y se desarrollen habilidades como: autoconciencia, autoestima, autocontrol, empatía, comunicación y escucha asertiva. Es de suma importancia permitir que los estudiantes comprendan las emociones que experimentan frente a las situaciones que atraviesa, así como entender que es posible sentir diversas emociones. 

Los cuatro pilares de la inteligencia emocional

  1. Percibir las emociones: Percibir las emociones con precisión para así poder comprenderlas y responder a ellas de forma asertiva.  
  2. Razonar con las emociones: Utilizar las emociones para promover el pensamiento y la actividad cognitiva. Las emociones ayudan a priorizar aquello a lo que es primordial prestar atención y por tanto reaccionar, respondiendo de este modo emocionalmente a las cosas que captan nuestra atención.
  3. Comprensión de las emociones: Las emociones que percibimos pueden tener a una gran variedad de significados, por esto debemos de preguntarnos ¿cómo me siento?, ¿qué pienso?, ¿qué quiero?.
  4. Gestión de las emociones: Capacidad de gestionar con eficacia las emociones es crucial. La regulación de las emociones, responder de manera apropiada, y saber cómo y cuándo responder a las emociones de los demás, son todos aspectos importantes de la gestión emocional.
Servicios relacionados

Aprendizaje socioemocional

El aprendizaje socioemocional es el proceso de desarrollar y utilizar habilidades sociales y emocionales. Es el grupo de destrezas que usamos para manejar las emociones, establecer metas, tomar decisiones, y llevarnos bien y sentir empatía por los demás. 

Las personas con habilidades socioemocionales desarrolladas están mejor equipadas para manejar los retos cotidianos, establecer relaciones personales positivas y tomar buenas decisiones. Estas habilidades tienen que desarrollarse desde temprana edad.

Habilidades del aprendizaje socioemocional

  • Autoconsciencia que incluye identificar emociones, reconocer fortalezas y necesidades, y desarrollar una mentalidad de crecimiento.
  • Autocontrol que incluye manejar las emociones, controlar los impulsos y establecer metas.
  • Conciencia social que incluye ver las cosas desde la perspectiva de las otras personas, mostrar empatía y apreciar la diversidad.
  • Habilidades para relacionarse que incluyen la comunicación y escucha asertiva, la cooperación y la resolución de conflictos.
  • Toma de decisiones responsables que incluye pensar en las consecuencias de nuestros actos.

El aprendizaje emocional, como cualquier otro tipo de aprendizaje, es posible debido a que el cerebro cambia a nivel epigenético y bioquímico para almacenar información y evocarla de manera explícita o implícita. Este aprendizaje se produce por la asociación de un estímulo con estado afectivo.

Las emociones, también, están estrechamente relacionadas con la memoria implícita: aquel tipo de memoria que mantiene recuerdos sobre situaciones o personas. Estos recuerdos se crean a través de condicionamientos y se les conoce como memoria emocional.

Neurotransmisores y hormonas ligadas al aprendizaje socioemocional

  • Dopamina: actúa al potenciar estados de placer y generar una sensación de bienestar que favorece la adquisición de nuevos aprendizajes. 
  • Serotonina: establece un adecuado nivel de confianza y relajación para facilitar la fluidez del pensamiento. 
  • Oxitocina: relacionada con el establecimiento del vínculo cercano, por lo que es indispensable en las interacciones sociales.
  • Adrenalina y cortisol: inmediatamente después de haber ocurrido el aprendizaje es adecuada para la fijación y consolidación de la información a largo plazo.

Educación emocional

La educación en habilidades socioemocionales implica trabajar sobre aspectos bastante complejos, por ejemplo, el autoconocimiento y la gestión de las propias emociones. Por eso, es habitual que empiece a hablarse de estos temas cuando los alumnos alcanzan una cierta edad, normalmente ya dentro de la adolescencia. Sin embargo, en primera infancia es posible fomentar la adquisición de habilidades socioemocionales en los niños.

La clave para desarrollar habilidades socioemocionales en niños pequeños es hacerlo desde un plano concreto, relacionando cada uno de los ámbitos que se quiere trabajar con la experiencia directa y el modelaje de los adultos. 

A partir de la adolescencia, cuando los jóvenes alcanzan lo que se conoce como la etapa de las operaciones formales, es posible hacer más explícito el aprendizaje de las habilidades socioemocionales. 

Así, en lugar de hablar de manera abstracta de conceptos como la ética, la empatía o la asertividad, se ha demostrado que es mucho más útil para los jóvenes el uso de ejemplos concretos y prácticos, que les hagan reflexionar sobre su propia vida.

Por otra parte, la educación socioemocional es especialmente importante en esta etapa de la vida de los jóvenes. Esto se debe a que durante la adolescencia los jóvenes sufren muchos cambios que generalmente no saben cómo afrontar, y por lo tanto están expuestos a todo tipo de riesgos y problemas que pueden tener consecuencias muy graves en su vida adulta.

Servicios que podrían interesarte

¿Y a vos qué te detiene?

Ayudando a mis hijos a vencer miedos

Como adultos, es común que no comprendamos muchos de los miedos que tienen los jóvenes. Incluso que minimicemos sus temores porque consideramos que son “insignificantes”, “drama” o “exageración”.

Sin embargo, los temores en la adolescencia deben ser valorados, ya que es justo en este periodo cuando más nos necesitan. Cuando más requieren soporte, acompañamiento y sensación de empoderamiento, y que nosotros como padres y docentes somos quienes les podemos aportar.

Para poder comprender estos temores y poder brindar herramientas para vencerlos, es necesario tener claro qué es un miedo. Además, no podemos obviar las características propias de la adolescencia, que son tan importantes esta etapa de la vida.

Cuando se hablamos de miedo, hacemos referencia a ese conjunto de emociones y sensaciones que surgen ante un peligro, ya sea real o imaginario.

El miedo es bueno porque nos permite la supervivencia. No obstante, también nos puede llegar a limitar cumplir muchos deseos y sueños en la vida.

Comprendemos que lo que provoca temor en cada persona es diferente. Depende de la situación, el contexto, la personalidad, su historia única y particular de vida.

El miedo en adolescentes

El miedo hace que busquemos en nuestra mente el peor de los escenarios. Aún cuando en muchas ocasiones ni siquiera llega a ser verdaderamente una situación perjudicial para nosotros. Por eso debemos ayudar a los adolescentes a vencer miedos.

En el caso de los adolescentes, es muy probable encontrar con muchos miedos, temores e inseguridades. Según Erik Erikson, en la adolescencia se da la exploración de la identidad versus la difusión de la identidad. Es decir, están construyendo y respondiendo a la interrogante ¿quién soy?

Y es que, si nos ponemos en sus zapatos por un momento, podríamos quizás entender que no es sencillo lidiar con los cambios hormonales, la emotividad, cambios de humor repentinos, el querer pertenecer, los cambios físicos y el tratar de descubrir qué personalidad tengo.

Todos estos factores, más las demandas sociales, académicas y familiares, pueden provocar que los adolescentes tengan miedos.

¿Miedo a qué?

  • A ser expuestos
  • Miedo a fallar
  • A ser rechazado
  • Miedo a decir no y que se burlen de mí
  • A intentar cosas nuevas
  • Miedo a escoger una carrera profesional

Ahora bien, nuestra labor como adultos, como padres, es ayudarles a superar y vencer estos miedos. Ayudarles a orientanr esa energía hacia algo positivo, que aporte a su vida.

Entonces, como padre, como madre o docente, ¿qué es lo que NUNCA debes hacer?
Toma nota:

  1. Reírse de sus problemas, miedos e inseguridades. Para ellos estos aspectos son reales y les lastima
  2. Transmitir más miedo o inseguridad de la que ya existe, dando comentarios inadecuados o que generen inseguridad
  3. Obligarlo o forzarlo a enfrentar a cosas o eventos que teme. Primero debe estar preparado y se debe contar con herramientas para dar soporte
  4. Transmitir miedos o temores personales. Recuerda quien es el adulto, y es el menor de edad quien le necesita
  5. Reforzar el miedo, dándole mayor relevancia de la que debería tener.

Por otra parte, hay muchas cosas que SÍ podemos hacer como padres de un hijo adolescente para ayudarle a vencer esos miedos. Entre ellas te recomiendo:

  • Procura entender el miedo de tu hijo, validando sus sentimientos y emociones, de manera que te presentes ante él como una persona empática
  • Toma en serio sus temores, sin entrar en comparaciones con otros adolescentes
  • No lo sobreprotejas. Permítele que empiece a tomar decisiones y a enfrentar situaciones desde sus propias herramientas
  • Aprende a negociar con tu hijo. Evita imponer el seguimiento de reglas inflexibles, que sólo van a generar inseguridades a la hora de enfrentarse al mundo por sí solo
  • Reconoce cuando hace las cosas bien
  • Recuerda y enséñale que parte del aprendizaje es equivocarse, y que levantarse para volver a intentarlo es una cualidad de campeones.

Finalmente, nunca olvides que el miedo es bueno y necesario en la vida. Sin embargo cuando les impide a los jóvenes ir al colegio, salir con sus amigos o tener una vida plena, se debe buscar ayuda de un profesional.

No lo fuerces, dale el ejemplo siendo valiente y resiliente. Empodéralo desde los aspectos más pequeños y sobre todo, asegúrate de que tu hijo se sienta siempre querido.

Recuerda que el amor y la compañía de un padre y de una madre hacia su hijo todo lo pueden.

Servicios que podrían interesarte