El estrés dentro del proceso de aprendizaje

Con frecuencia y facilidad expresamos o escuchamos frases como: “estoy estresado”, “ya no puedo más con el estrés”, “no puedo dormir por tanto estrés”, entre otras frases conocidas que puedan estar presentes en nosotros mismos, en familiares, nuestros hijos, miembros cercanos o entre el ambiente laboral. El estrés aunque es muy común en nuestro diario vivir, tiene consecuencias negativas, aunque por sí solo sea una reacción natural. 

Pero ¿afecta el estrés en el proceso de aprendizaje?. Primero, lo que se debe de entender por estrés, es que es una reacción fisiológica de nuestro organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante, de demanda incrementada o sensación de falta de control.

Nosotros como seres humanos buscamos el equilibrio conocido como homeostasis. Cuando nos sometemos a estrés, ese equilibrio se ve amenazado por ciertos eventos a nivel físico o psicológico (detonantes/estresores). El estrés tiene múltiples efectos en el cuerpo, pero su objetivo esencial es prepararnos para la acción inmediata, provoca alteración a nivel cerebral y los procesos de toma de decisiones. El estrés surge como una respuesta evolutiva que estaba orientada a mantenernos vivos y a salvo de las amenazas, nos coloca frente a la toma de control sobre la situación. 

El estrés en su fase negativa (denominada distrés), comienza cuando el nivel de estrés aumenta y se mantiene a lo largo del tiempo, afecta la salud y el rendimiento físico y cognitivo, aparecen las enfermedades, la más común es la depresión, accidentes, irritabilidad, fatiga, falta de atención concentración, dificultades de comunicación, baja productividad y creatividad, y el proceso de aprendizaje se ve enormemente afectado. 

Síntomas del estrés en los estudiantes

Los síntomas suelen estar, muchas veces enmascarados por diversos trastornos del comportamiento, dando una imagen totalmente engañosa. La manifestación de los síntomas es muy diferente según la edad y personalidad del niño o niña.

  • Hacia los 3 años: se manifiesta a través de condiciones graves de carencia emocional, por tanto se presenta retraimiento, indiferencia, retraso en el comportamiento motor y especialmente en el lenguaje.
  • De los 3 a los 12 años: las manifestaciones sintomáticas incluyen alteraciones del sueño, apetito, falta de autonomía para vestirse y controlar esfínteres o una necesidad constante de llamar la atención de los adultos.
  • Hacia la adolescencia: cobran mayor complejidad y están vinculadas a modificaciones psicoafectivas propias de la edad.

Estrategias de control y mitigación del estrés

La mejor forma de enfrentar el estrés es que las personas ejerzan una respuesta positiva ante los cambios que se van produciendo en su vida. Eliminar por completo el estrés es algo imposible y poco conveniente, el mejor tratamiento es tratar de mantenerlo en su fase positiva y utilizarlo como una fuerza impulsora, impidiendo que se convierta en un elemento perjudicial e inhibidor. 

Algunas estrategias para controlar el estrés:

  • Realizar ejercicio físico
  • Mantener una alimentación sana 
  • Tener tiempo de ocio y calidad
  • Aprender técnicas de relajación
  • Crear un ambiente positivo dentro del hogar, en la familia, en el trabajo, en la institución educativa. 
  • Procurar una higiene del sueño

Sin embargo, actualmente la mayoría de dichas situaciones son ajenas a nuestro diario vivir, están fuera de nuestro control y debemos de tomar acción positiva sobre esto. Un cierto grado de estrés es esencial para nuestra salud y rendimiento. Sin algo de estrés surge el aburrimiento, la falta de estímulo producto de una falta de estrés. Un nivel óptimo de estrés (denominado euestrés) es necesario: nos vigoriza física y psicológicamente y nos motiva a aprender nuevas habilidades para dominar nuevos retos. En pequeñas dosis nos ayuda a sentirnos relajados y satisfechos, es un ingrediente importante en el aprendizaje sano y productivo.

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