Soy mamá y siento culpa

Siento culpa, y trato de disimularlo…

Cada vez  que tengo la posibilidad de hablar con otras mujeres que han decidido ser madres igual que yo, terminamos hablando de las miles de culpas que nos agobian.

Ser mamá es un papel muy demandante y agotador. Recuerdo una oportunidad donde en mis primeros meses de gestación le pregunté al doctor: ¿doctor cuándo voy a sentir a mi bebé? El con una sonrisa en la cara me dijo: una vez que lo sientas no lo vas a dejar de sentir jamás.

Ahora, años más tarde, entiendo con claridad las sabias palabras del doctor. Y es que los hijos se sienten todos los días, 24/7. Yo quería sentir sus movimientos en mi vientre,  y él con claridad total del proceso, lo que me quiso decir fue: “prepárese que esta montaña rusa apenas arranca”.

Si es cierto, como mamá amo a mi hija, pero a veces solo a veces quiero desaparecer y  trato de pensar en aquellos tiempos donde no cargaba tanta responsabilidad sobre mí.

Recuerdo aquellas noche de soltería, donde sentada en mi cama, pensaba ¿qué iba  a hacer con tanto tiempo libre?… ¡ah tiempos aquellos!, ¡ahora no me alcanza el día!

Las primeras culpas

Recuerdo que la primera culpa horrible que sentí fue el día que pensé que mi hija se había muerto; ella estaba profundamente dormida… claro yo con toda esa información de la muerte súbita, la vi quieta y pensé en lo peor… Ese día casi mato a mi esposo del susto. Imagínense a esta mujer post parto con las emociones en el piso pegar gritos diciendo que la bebé de días estaba muerta.

Luego la lactancia, ¿quién te dice como madre que la lactancia es taaaan complicada? Que si sale poca leche, que coma avena para que sea más nutritiva, que tome mucha agua, que no coma esto porque dan cólicos o aquello para que no desarrolle alergias y todo eso para que al final, se pegue a la teta y se duerma en cinco minutos…  y de nuevo va la culpa, porque yo en el ideal de buena madre quería que solo tomara leche materna.

Las primeras idas al pediatra fueron terribles para mí. Cada cita era escena de llanto. Mi hija siempre estuvo por debajo de la curva. Léase y entiéndase: mala madre, no alimenta bien a su hija.

¿Adivinen qué?  ¡Sí! ¡Más culpa!

Pero bueno, todo tiene que pasar ¿cierto?

Pasaron los meses y con ellos la resignación de que hay momentos en que nada de lo que hagas por más buena intención da resultado.

Hora de regresar al trabajo:

Una vez que me estaba recuperando del dolor de los primeros meses, el tema de la lactancia, mis dolores corporales y que las hormonas se controlaran, llegó el momento: ese que no queremos que llegue, regresar a trabajar.

¿Qué les cuento? Comencé a llorar quince días antes…

Cada vez que  veía a mi nena acostada en su cunita tranquila, yo lloraba y aún no salía a trabajar!

Me incorporé poco a poco a la dinámica de mis trabajos. ¡Sí!

Trabajos, porque tenía dos: uno de 7:00 am a 3:00 pm y otro de 4:00 pm  a 8:00 pm; así solo porque me gustaba mucho trabajar, o quizás, porque pensándolo bien… fue una de las respuestas a mi disertación de soltera sobre qué hacer con tanto tiempo libre.

Siguiente culpa por favor…

Entré a trabajar y fue terrible, me sentía liberada porque tenía espacio para mí. Y a la vez culpable por esa sensación de no ser solo madre, sino no también profesional.

Bueno, la culpa fue ta,l que renuncié a uno de mis trabajos… necesitaba ser mamá  y no ser juzgada por otras mujeres que creían que trabaja mucho y que los niños crecen y ocupan a su mamá.

Culpa, culpa  y más culpa.

Puedo seguir enumerando muchas más culpas que he depositado en mi saco: cuando entró al Kínder, y se quedaba llorando, cuando traía la comida entera en la lonchera, cuando la cambié de escuela y decía que tenía miedo porque no conocía a nadie.

Y ¿por qué escribo esto?

Porque estoy segura que usted, así como yo, siente mucha culpa. Culpa por lo que hizo, por lo que dejé de hacer, por lo que pensó y no compartió.

Culpa por lo que piensan sus amigas, familias y vecinos, por aquello que siente en su corazón y le da miedo expresar por temor al qué dirán.

Culpa por trabajar tanto y regresar a la casa a estudiar de noche, culpa por dedicarse solo a los hijos y no aportar económicamente: culpa, culpa y  más culpa!

¿Por qué nos gusta tanto la culpa?

Nos gusta tanto que a veces le agregamos miedo, la combinación perfecta ¿no creen?

Pero es hora de la verdad, culpables o no nuestro rol es un rol maravilloso, escuchar la palabra “mamá” nos hace olvidar, perdonar y sobre todo nos lleva a inventarnos y re inventarnos para poder dar lo mejor de nosotras a esos hermosos ojos que nos miran y nos siguen en su andar.

El ser mamá me ha enseñado que el miedo y la culpa serán mis mascotas para siempre y que depende de mí si les permito dominarme o soy yo quien los domina.

He llegado a la conclusión de que la culpa, no es más que un accesorio que viene  en el regalo y como parte de él hay que disfrutarlo.

Así que no niegues más la culpa, vívela, abrázala y sigue adelante, te hace más fuerte, más resistente a las batallas que están por venir. Sabias palabras dice mi mamá: “hijos pequeños, problemas pequeños; hijos grandes, problemas grandes”.

¿Qué dices? ¿Seguimos juntas en este camino?

Si la respuesta es sí, entonces te comparto algunos trucos que uso para sobrellevar la culpa y los miedos, a mí me han funcionado:

  1. Lo primero es recordar que ser mamá no significa tener súper poderes: reconocer nuestras limitaciones es un paso de suma importancia.
  2. Tener espacios donde nuestro rol no sea solo de madre es imprescindible. Tenemos posibilidad de jugar otros roles: profesional, esposa, amiga, hija esto  nos hace liberar estrés y nos brinda mayor seguridad con nuestros hijos.
  3. Sacar  tiempo para uno.
  4. Haga algo que le apasione, aunque sea solo unos minutos.
  5. Recuerde lo afortunada que es al tener a sus hijos  a su lado, durmiendo bajo el mismo techo.
  6. Siéntase amada, primero por usted misma y luego por los suyos.
  7. Dese tiempo libre. ¡ Si se puede! Dormir una siesta corta, leer un artículo, ver una serie.
  8. Salga sola de vez en cuando con sus amigas, pareja o familia, le aseguro que al volver se sentirá mucho mejor.
  9. Converse de sus miedos y culpas con personas de su confianza, se dará cuenta que somos muchísimas las que padecemos de estos sentimientos.
  10. Sea positiva, viva un día a la vez y priorice, primero su bienestar emocional y psicológico luego todo lo demás, recuerde que no podemos dar a otros de aquello que no tenemos
  11. Si se siente sola, o desesperanzada, busque ayuda de profesionales, hay especialistas en estas áreas que pueden brindar recomendaciones sencillas que pueden ayudarnos mucho.

Y sobre todo, recuerda lo maravillosa que te sientes al dar y ser tu mejor versión todos los días y que a pesar de esto, de adultos, nuestros hijos van a decir: “la culpa de todo esto lo tiene mi madre”.

Alejandra Rojas, Mamá y psicóloga de profesión.

One to One | Correo: ale@onetoone.cr

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Alejandra Rojas

Psicóloga - Coach parental. Educadora de familias certificada en disciplina positiva

There is 1 comment

  1. Buenos dias Doctora
    Necesito su asesoria.
    Tengo un niño de 5 años, es muy tierno, alegre, inteligente tiene demasiada energía no se cansa. A veces me siento que no se como tratarlo, porque casi no me obedece y esto me saca muchas veces de casillas y lo regaño feo o le pego y me siento muy mal y ademas últimamente tengo un genio que ni yo me lo aguanto. Del kinder nos han dicho que el casi no presta atención en clase y se distrae mucho. Tengo problemas con mi esposo porque le digo que creo que es bueno llevar al niño al psicopedagogo y el dice que no que no lo necesita. Que la que necesita ayuda soy yo que no se como tratarlo. Mi dilema es soy yo la que debe ir al psicologo o mi hijo a la psicopedagoga.
    Espero su respuesta. Agradezco de antemano la atencion prestada. gracias

    julio 30, 2019, 1:35 pm

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