Comprendiendo los desbordes emocionales
agosto 26, 2019

Los desbordes emocionales, mejor conocidos como berrinches, son manifestaciones propias y saludables de las edades de 1 a 5 años aproximadamente por razones psicoevolutivas.

Los desbordes emocionales, mejor conocidos como berrinches, son manifestaciones propias y saludables de las edades de 1 a 5 años aproximadamente por razones psicoevolutivas.

El niño o la niña se encuentran bajo dominio del cerebro emocional o límbico, ya que el cerebro racional está en formación, por esta razón son seres emocionales. No han madurado recursos racionales para expresar las emociones como lo haría un niño mayor, 7 años en adelante aproximadamente, o un adulto.

Durante un desborde emocional el cerebro emocional toma control y el niño o niña aunque quiera no puede tener el control. Se produce lo que los neurocientíficos llaman “secuestro amigdalino”. Por tanto la expresión del niño es pura, intensa y genuina, y no manipulación como se ha hecho creer desde el criterio del adulto.

Los desbordes emocionales quedan atrás por si solos en la medida en que el niño crece. Después de los 7 años, los niños ya pueden iniciar a argumentar, insistir, negociar, expresar con un “si quiero, no quiero, no me gusta, etc… en vez de una rabieta”.

¿Se pueden evitar los desbordes emocionales?

Los berrinches se pueden evitar, atendiendo oportunamente las señales sutiles de los niños (hambre, cansancio, necesidad de brazos, mirada, consuelo…) antes de que, a falta de recursos, desborden en una explosión emocional descontrolada.

¿Cómo actuar ante un desborde emocional? 

Una vez que se producen los desbordes emocionales, la forma respetuosa de abordarlos es acompañar, (sin ignorar, ni castigar) validar sus emociones (entiendo que te sientas mal por…), mantenernos siempre disponibles, abrazar si el niño lo permite, impedir que el niño se haga daño o dañe a los demás.

Cinco claves para atender un desborde emocional:

  1. En la tarea por enseñar disciplina con amor observe a al niño para identificar en primera instancia la causa posible del porqué del berrinche: frustración, algo que se le quitó, ira, hambre, sueño o si más bien solo es manipulación (aquí no se deje manipular, el niño o la niña debe de entender que su petición no puede ser concedida). 
  2. Llévelo a un lugar seguro en el que se pueda desahogar. Abráselo, cárguelo y sáquelo del sitio donde inició la rabieta. A esta técnica se le conoce como “tiempo fuera”. Hágale entender que estará ahí hasta el momento que se sienta más tranquilo. Esto para que no esté expuesto ante las demás personas o ante algún peligro físico. 
  3. Háblele mientras se desahoga. Esta es una manera de educar en valores, ya que se le transmite que se entiende su molestia, pero que solo se le prestará atención cuando se calme. Esto ayuda a los niños a distinguir sus sensaciones y emociones durante y después del berrinche. En su momento, él o ella aprenderán a expresarse cuando sientan frustración. Recuerde, todas las emociones son validas, no hay emoción negativa.
  4. Apenas note que su estado es de calma, felicítelo. Aproveche para describirle la sensación de bienestar que tiene en ese instante. Dígale: “estabas muy bravo y te sentías mal, ahora estás tranquilo, te sientes mejor, ¿verdad? Ya todo pasó”.
  5. La disciplina con amor incluye mantener la calma a la hora de hablarle, de lo contrario, todos, incluidos niños y padres, entrarán en una lucha de poder. Los más pequeños recurren a todo tipo de rabieta para llamar la atención de quienes lo rodean.

Recuerde…

No siempre podemos complacer los deseos del niño. Pero podemos permitir que manifieste y mantenga contacto consciente con sus emociones sin que ponga en riesgo su integridad o la de otros, en cuyo caso podemos contener con firmeza y sin violencia.

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Alejandra Rojas

Psicóloga - Coach parental. Educadora de familias certificada en disciplina positiva